Publicado en Adspirant.com 5 de octubre de 2006
Caras, ojos, miradas, sonrisas, muecas, gestos, empapan nuestras calles y reflejan portarretratos. Han decidido vendernos un celular, un jean, un lavarropas, escondiéndolos detrás de algún personaje de moda. Dan por sentado que sabemos de qué se trata. Quizás sea un pacto secreto entre el creativo y la sociedad, dejando implícito el slogan, donde la imagen prevalece sobre las palabras. La publicidad, sobretodo la gráfica, inunda nuestra realidad, mientras que las miradas de modelos encandilan con sus sonrisas. Caras, ojos, miradas, sonrisas, muecas, gestos, empapan nuestras calles y reflejan portarretratos. Han decidido vendernos un celular, un jean, un lavarropas, escondiéndolos detrás de algún personaje de moda. Dan por sentado que sabemos de qué se trata. Quizás sea un pacto secreto entre el creativo y la sociedad, dejando implícito el slogan, donde la imagen prevalece sobre las palabras. La publicidad, sobretodo la gráfica, inunda nuestra realidad, mientras que las miradas de modelos encandilan con sus sonrisas.Las gráficas ya no sólo están en las paredes, sino que cuelgan de edificios, nos rodean en la paradas de los colectivos, de los taxis, dentro del subte, del tren, en los baños de los bares, crecen cual yuyo... y por suerte -y por ahora- todavía no traspasan las paredes de nuestras casas. No hace falta que salgamos a la calle para darnos cuenta de esto, prendé el televisor, y verás bailar, correr, cantar a alguna chica y/o chico para que después te cuenten que no podes seguir sin tomar esa gaseosa o andar en ese auto. Aunque en los tiempos que corren no nos demos cuenta, es parte de nuestra vida. Qué haríamos sin ella en el viaje en colectivo de más de 20 minutos al trabajo o en la sala de espera del dentista. Muchas veces nos sorprende sonriendo con los ojos clavados en ese cartel de la avenida, o comentándolo al encontrarnos con un amigo. Sí, es ella, la mal llamada “propaganda”, que evocamos con agrado relegando de vez en cuando el producto o la marca. Es la misma, que hasta los gobiernos se empeñan en quitarla de las autopistas porque son las causantes de nuestras distracciones. Podrán ser un tic del creativo, pero el hecho es que nuestras miradas continúan entrecruzándose con las de las gráficas. Tanto en Buenos Aires o New York, en Madrid o Tokio, seguirán habitando nuestras ciudades.